Un profesor entra en la sala de los desesperados. Deja la cartera de veinte quilos en el suelo, se sienta ante la enorme mesa repleta de periódicos, libros, carpetas, tazas, bolsos, estuches, agendas y portátiles, se pone las manos en las sienes, cabizbajo, y susurra:
-He dicho que Shakespeare es un autor del XIX.
Alguien responde:
-¿Dónde está el drama, Manuel?
Y Manuel responde:
-Que escribía dramas, pero en el siglo XVII.
-¡Ah! Ahora me entero. Yo soy de física.
Y se anima el diálogo:
-¿Ese no es el de Hamlet?
- Sí, ese.
-¿Nadie ha dicho nada?
-No.
-Pues mañana vas y les preguntas: Ayer os di una información errónea: ¿Quién sabe cuál? Y listos.
-No hace falta. Seguro que nadie te escuchaba. Olvídalo y tómate una infusión.
-¿Alguien viene a fumar un cigarrillo?
-¿Cuándo vas a dejarlo? Hueles fatal, cuando entras.
-¿Te seduce más el aroma de las aulas?
-¡No habléis de olores, por favor, que me mareo!
-Por cierto, quien lleve pescado en el tupper de hoy, que se lo coma en el patio.
Manuel sonríe, saca un libro de su cartera y se pone a leer. Es su primera sustitución y su primera sesión de terapia.