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Foto: E.J.B. |
He soñado que te quería. Estabas -pero- tan lejos, que en lo alto de mis esperanzas ningún amanecer se me ofrecía propicio. Lo eras todo y eras nada en un contraluz demasiado bello para ser descrito con dignidad. Amarte y odiarte, como a ese cigarrillo que se consume entre mis labios, era mi único refugio. Te desvaneciste tras el rojo telón de un escenario, actor avergonzado y humillado ante el silencio de miles de butacas aterciopeladas llenas de nadie. Estábamos solos, perdidos e inválidos ante la imposibilidad del beso. Sin mañana ni pasado, un alud de oscuridad hizo añicos nuestra historia, la que pudimos haber dejado escrita en alguna ciudad oculta entre la niebla y el frío.