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E.J.B. |
Quiero los libros que no he leído, las músicas que no he escuchado, las personas que no he conocido, la libertad que no he saboreado, los paisajes que no he visto, los manjares que no he probado, los sueños que no he tenido. La búsqueda de la sabiduría es un viaje interminable. Asentada por fin en la madurez, me he dado cuenta del tiempo que perdí durante mis años de juventud, ocupada en mi ego y encerrada en la comodidad del conformismo. No sabía entonces que aprender era la llave que abre la puerta del mundo interior, que el conocimiento era la base de la riqueza y que el esfuerzo tenía recompensa. Crecer es saber que la tristeza, la soledad y la ignorancia se pueden combatir desde la constancia, la serenidad y la esperanza, y que éstas se adquieren viviendo y actuando en coherencia con nuestra idea de virtud. Nos habremos equivocado, esto es inevitable, y volveremos a cometer errores -seguro-, pero con ellos a cuestas vamos fortaleciendo nuestra capacidad para aceptarlos como simples y útiles lecciones de humildad. Todo se consigue si se persigue, pero sin que la prisa prevalezca sobre la paciencia. Nuestro objetivo no tiene que ser encontrar el jardín más bello, sino cultivar nuestra persona para crear uno -aunque sea pequeño-, florecer en él y experimentar el placer y el honor de compartirlo con los demás.